Hablan de Jesús feminista

“La escritura cálida e íntima de Bessey distingue a este libro de otros centrados en tópicos similares. Su aproximamiento y estilo ofrecen un aporte único a la literatura sobre el rol de la mujer en las iglesias cristianas”.

—Publishers Weekly

“Nunca estridente, en su lugar el enfoque de Bessey es sólido y claro… Una excelente elección”.

—Booklist

“Sarah Bessey se pronuncia no como una polemista que escupe fuego, sino como una mujer completamente cautivada por Jesús que no se detendrá ante nada para seguirlo”.

—Carolyn Custis James, autora de Half the Church

Jesús feminista es de esos libros que se deben leer”.

—Glennon Doyle, autor de Love Warrior, bestseller del New York Times

“Una narrativa poderosa y empoderadora que tanto hombres como mujeres encontrarán convincente y legible”.

—Tony Jones, teólogo y autor de The New Christians

“Amo a las escritoras que son los suficientemente perspicaces como para ser cínicas, pero eligen no serlo. Amo los libros que me ayudan a ver cosas que nunca antes había notado (en la vida, en mí mismo, en otros, en la Biblia, en Jesús). Amo los textos que hacen disfrutable y fácil la lectura… Amo Jesús feminista. No es un ‘libro para mujeres’. De hecho, es el tipo de libro que ayudará a mujeres y hombres a ver cuán inútil es esa distinción”.

—Brian D. McLaren, autor, orador, activista

Jesús feminista es una obra críticamente importante; un libro que todo aquel que esté en una iglesia debe leer”.

—Nish Weiseth, autor de Speak

“En Jesús feminista, Bessey es una Moisés moderna que busca no solo librar a una Iglesia cautiva por el dogma sino también redimir generaciones de mujeres que han sido sofocadas y silenciadas durante demasiado tiempo”.

—Matthew Paul Turner, autor de Our Great Big American God

Jesús feminista es una revelación, un tour de force desafiante del género que se eleva por encima de la retórica cáustica que ha definido estas conversaciones en la Iglesia”.

—Jonathan Martin, autor de Prototype

“La voz de Sarah es profética, y ella librará a otras mujeres para hablar y actuar con poder, amor y valentía”.

—Adam S. McHugh, autor de Introverts in the Church

“Con gracia, humildad y confianza (incluso en lo desconocido), el Jesús feminista de Sarah Bessey humaniza magistralmente uno de los tópicos más controversiales de estos días”.

—Andrew Marin, autor de Love Is an Orientation

“Con honesta vulnerabilidad y fuertes fundamentos bíblicos, Sarah Bessey comparte su viaje personal e introspección con respecto a los roles y calificativos para las mujeres en el ministerio”.

 —Helen Burns, autora de The Miracle in a Mother’s Hug

“Sarah Bessey me hace querer conocer a Jesús de nuevo, pero esta vez específicamente a través de mi carne femenina, involucrar a Dios con el glorioso don de ser mujer en vez de hacerlo a pesar de ello”.

—Enuma Okoro, autora de Reluctant Pilgrim

Jesús feminista convoca a la Iglesia a unirse en una conversación acerca de las mujeres en el Reino de Dios. Sarah Bessey nos desarma y luego nos da una taza de té. Crea un espacio seguro para su discusión profunda, reflexión amable e imaginación santa. Nos llama, dialoga y comisiona hacia los caminos salvajes de Jesús. Esta es una invitación santa para que todas mis hermanas por fin vengan a la mesa. ¡Debes leerlo!”.

—Kelley Nikondeha, cofundadora de Amahoro Africa

Copyright © 2013 by Sarah Bessey.

Jesús Feminista

Una Invitación a Revisar la Visión de la Biblia sobre las Mujeres

de Sarah Bessey. 2020, JUANUNO1 Ediciones.

Título de la publicación original: “Jesus Feminist”

This translation published by arrangement with the original Publisher, Howard Books, A Division of Simon & Schuster, Inc.

Esta traducción es publicada por acuerdo con la casa editorial de origen Howard Books, una división de Simon & Schuster, Inc.

Spanish Language Translation copyright © 2020 by JuanUno1 Publishing House, LLC.

All Rights Reserved. | Todos los Derechos Reservados.

Published in the United States by JUANUNO1 Ediciones,

an imprint of the JuanUno1 Publishing House, LLC.

Publicado en los Estados Unidos por JUANUNO1 Ediciones,

un sello editorial de JuanUno1 Publishing House, LLC.

www.juanuno1.com

JUANUNO1 EDICIONES, logos and its open books colophon, are registered trademarks of JuanUno1 Publishing House, LLC.

JUANUNO1 EDICIONES, los logotipos y las terminaciones de los libros, son marcas registradas de JuanUno1 Publishing House, LLC.

Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

Name: Bessey, Sarah, author

Jesús feminista : una invitación a revisar la visión de la biblia sobre las mujeres / Sarah Bessey.

Published: Miami : JUANUNO1 Ediciones, 2020

Identifiers: LCCN 2020937816

LC record available at https://lccn.loc.gov/2020937816

REL012130 RELIGION / Christian Living / Women’s Interests

REL105000 RELIGION / Sexuality & Gender Studies

REL006080 RELIGION / Biblical Criticism & Interpretation / General

Paperback ISBN 978-1-951539-28-3

Ebook ISBN 978-1-951539-31-3

Foto de Sarah Bessey: © Stephanie Hall

Traducción: Ian Bilucich

Corrector/Editor: Tomás Jara

Diagramación interior: María Gabriela Centurión

Portada: ZONA21.net

Director de Publicaciones: Hernán Dalbes

First Edition | Primera Edición

Miami, FL. USA.

-2020-

Para Brian

MTB

Contenido

COVER

PORTADA

HABLAN DE JESÚS FEMINISTA

PORTADA

LEGALES

DEDICATORIA

PREFACIO

Seamos mujeres que Aman

INTRODUCCIÓN

Una hoguera en la orilla

CAPÍTULO UNO

Jesús me hizo feminista

CAPÍTULO DOS

Un movimiento redentor

CAPÍTULO TRES

Raíces enredadas

CAPÍTULO CUATRO

Las mujeres silenciosas (?) de Pablo

CAPÍTULO CINCO

Guerreros danzantes

CAPÍTULO SEIS

Santas patronas, parteras espirituales y feminidad “bíblica”

CAPÍTULO SIETE

Renace una narrativa

CAPÍTULO OCHO

Reclamando a las damas de la iglesia

CAPÍTULO NUEVE

Moviendo montañas una piedra a la vez

CAPÍTULO DIEZ

Venga tu Reino

CAPÍTULO ONCE

Insurgencia íntima

CAPÍTULO DOCE

La Comisión

Algunas notas

Gracias

Preguntas de discusión

Lectura adicional

Notas

Sobre la autora

Prefacio

La poeta Maya Angelou dijo: “No hay agonía como la de llevar una historia no contada dentro de ti”. Para las mujeres que soportan historias de patriarcado, la libertad empieza con la narración; empieza con esas primeras palabras tiernas dichas en voz alta o escritas en papel: “Cuando era una niña”, “Recuerdo”, “Una vez”.

Escucho historias que emergen alrededor de mesas compartidas, con pan y vino entre nosotros, la mantequilla ablandándose y las velas goteando mientras hablamos en la noche. Una joven seminarista comparte la desilusión de hablar en un cuarto vacío el día que dio su primer sermón en una clase de predicación y ninguno de sus compañeros hombres apareció. Una pastora relata el momento en que ella se acercó a un atril en una conferencia, solo para ver a un hombre en la segunda fila voltear su silla para no tener que enfrentarla. Una chica divertida y animada describe el alivio que sintió cuando ella y su marido de hacía diez años se dieron cuenta de que podían funcionar como un equipo de socios iguales en lugar de imponer roles de género jerárquicos y desajustados en su relación. Una joven madre relata tranquilamente el abuso sexual que sufrió en el nombre de “la sumisión bíblica”.

Yo cuento la historia de estar parada ante el grupo juvenil de mi escuela secundaria para dar mi primer testimonio público. Tenía tan solo diecisiete años y, sin aliento, me abrí camino a través del ya clásico relato perdida para encontrar, cegada para ver, desgraciada para volver a nacer. Cuando terminé, me senté al lado de un compañero, que volteó y me dijo: “Realmente eres una buena predicadora, Rachel. Lástima que eres mujer”.

A estas historias las siguen gemidos, risas, lágrimas, compasión, celebración y, a menudo, un silencio sagrado. Han sido contadas en comedores, santuarios, clases dominicales, tiendas de café, campamentos, villas rurales, calles de la ciudad y chats alrededor del mundo. En compañía de otras más, las mujeres están encontrando sus voces, contando historias inéditas y entonando canciones de libertad. Hay un movimiento debajo de nuestros pies, un retumbar sagrado. Y las cosas nunca más serán iguales.

En este movimiento de madres que se quedan en casa y de eruditas bíblicas, directoras generales y refugiadas, artistas y activistas, Sarah Bessey se ha convertido rápidamente en una de mis narradoras favoritas. La he seguido por varios años y lo que amo más de su trabajo es la fortaleza silenciosa con la que se maneja, la forma en la que demuestra que no necesita hablar con ira para decirte verdades difíciles. Pienso que Sarah es una hermana mayor en la fe, una mujer cuya sabiduría y madurez me desafían, pero cuya honestidad y vulnerabilidad me recuerdan que está caminando a mi lado en este viaje, con un brazo sobre mi hombro.

En su blog, y en este maravilloso libro, Sarah hace lo que todas las buenas narradoras hacen: nos da permiso; permiso para reír, para cuestionar, para frenar un poco, para escuchar, para confrontar nuestros miedos, para compartir nuestras historias con más valentía y amor. Como ella lo expresa: “¡Hay más lugar! ¡Hay más lugar! ¡Hay más lugar para todos nosotros!”.

Una palabra a la vez, Sarah nos libera de la agonía de acarrear con nuestras historias en soledad, y así poder seguir a Jesús (mi feminista favorito) con más libertad y gozo. Estoy muy agradecida.

Rachel Held Evans (1981-2019),

autora de Fe en Desenredo y Buscando el Domingo

rachelheldevans.com

Seamos mujeres que Aman1

Idelette McVicker

Seamos mujeres que Aman

Seamos mujeres dispuestas a deponer nuestras palabras filosas,

nuestras miradas agudas, nuestro silencio ignorante y nuestra postura imponente,

y llenemos ahora la tierra con amor extravagante.

Seamos mujeres que Aman.

Seamos mujeres que hacen espacio.

Seamos mujeres que abrimos nuestros brazos e invitamos a otros a un

abrazo honesto, espacioso y glorioso.

Seamos mujeres que se sostienen entre sí.

Seamos mujeres que dan de lo que tienen.

Seamos mujeres que saltan hacia las cosas difíciles,

inesperadas y necesarias.

Seamos mujeres que viven para la Paz.

Seamos mujeres que respiran Esperanza.

Seamos mujeres que crean belleza.

Seamos mujeres que Aman.

Seamos un santuario donde Dios pueda habitar.

Seamos un jardín para almas tiernas.

Seamos una mesa donde otros puedan deleitarse con la bondad de Dios.

Seamos el útero para que la Vida crezca.

Seamos mujeres que Aman.

Planteémonos las preguntas de nuestro tiempo.

Hablemos de las injusticias de nuestro mundo

Movamos las montañas del miedo y la intimidación.

Derribemos los muros que separan y dividen.

Llenemos la tierra con la fragancia del Amor.

Seamos mujeres que Aman.

Escuchemos a quienes han sido silenciados.

Honremos a quienes han sido devaluados.

Digamos ¡Basta! al abuso, al abandono, a la subestimación

y a esconderse.

No descansemos hasta que cada persona sea libre e igual.

Seamos mujeres que Aman.

Seamos mujeres expertas, inteligentes y sabias.

Brillemos con la luz de Dios dentro nuestro.

Animémonos a cantar la canción de

nuestros corazones.

Seamos mujeres que dicen sí al único y hermoso propósito

sembrado en nuestras almas.

Seamos mujeres que griten la canción del corazón de otros.

Enseñemos a nuestros hijos a hacer lo mismo.

Seamos mujeres que Aman.

Seamos mujeres que Aman a pesar del miedo.

Seamos mujeres que Aman a pesar de nuestras historias.

Seamos mujeres que Aman en voz alta, de forma bella y divina.

Seamos mujeres que Aman.

INTRODUCCIÓN

Una hoguera en la orilla

A ver, hagamos algo. Tratemos de dejar expuestas nuestras ideas, nuestros versículos bíblicos hábilmente organizados, nuestros argumentos cuidadosamente elaborados. Tomémonos un descanso de todo esto.

Dirijámonos hacia afuera. Quiero que nos sentemos alrededor de una hoguera rodeada de piedras y veamos la luna moverse sobre el Pacífico. Quiero que bebamos un buen vino tinto, enterremos nuestros tobillos en la arena fría y nos envolvamos en suéteres acogedores. Pronto sentiremos el fresco de la tarde atravesando el agua y las montañas descansando sobre sus brazos.

Quiero que hablemos realmente de la feminidad, de la iglesia, de las etiquetas y de qué hacemos con todo esto. Porque los argumentos viciosos, los límites, los “tú estás afuera y tú estás adentro”, los debates y el silenciamiento no están funcionando, ¿verdad? A menudo hemos tratado a nuestras comunidades como campos minados, como si la teología fuese una guerra: somos los heridos y herimos a otros.

Seré honesta: algunas de las cosas que tengo que decir pueden caerte mal. Puedes estar en desacuerdo con las particularidades, pero está bien (solo quédate conmigo). Sentémonos aquí con las duras verdades y la belleza fácil, en las tensiones del Reino de Dios que está aquí pero que también está viniendo, y descubramos cómo podemos desacordar de una forma hermosa.

No importa el “bando” o la doctrina, las experiencias o la tradición detrás de ti, sé que vienes soportando heridas. ¿No las tenemos todos? Tal vez alguien minimizó tus dones y tus llamados, tus habilidades y sabiduría; incluso tu matrimonio, tus historias, tu testimonio. Alguien tal vez te machacó con párrafos y palabras y pruebas textuales, te hizo sentir que de algún modo estás errado, ya sea en tu práctica o tu ortodoxia o a lo que nombraste y creaste como tu concepción de “ti mismo”. Tal vez te lastimaron, sofocaron, quebraron, ataron, frenaron y arrinconaron, abusaron, atormentaron, limitaron y silenciaron, a ti o a alguien que amas. Lo sé: sí, lo sé. Y tal vez cometiste estos mismos pecados contra otra alma.

Aquí tienes, amor. Tómate un momento para recargar tu vaso, y así podremos brindar por la verdad con algo de amargura en nuestras sonrisas. Está bien; entiendo. También traje un termo de té fuerte para más tarde. Ya nos conoces a los canadienses: amamos nuestro té (es difícil ser demasiado trágico mientras tomas té).

Te tengo una idea loca. Dejemos de hacer lobby por un asiento en la Mesa

Te tengo una idea loca.

Dejemos de hacer lobby por un asiento en la Mesa. Ya sabes, esa legendaria Mesa de la que hablamos todos. Decimos: “¡Tan solo queremos un asiento en la Mesa!”. Es la mesa donde se toman todas las decisiones. Los que controlan su acceso la rodean, todos leen los mismos libros, escupen los mismos argumentos, se citan entre ellos una y otra vez, denigran o se burlan de sus hombres y mujeres de paja. Es una Mesa donde, metafóricamente, las coaliciones y los concilios están sentados en asientos giratorios para discutir quién está adentro y quién está afuera, quién tiene la razón (usualmente la tienen ellos) y quién está equivocado (todos los demás), y el tema perenne de si a las mujeres se les debe permitir enseñar o predicar o siquiera leer las Escrituras en voz alta. Hemos escuchado mucho acerca de cómo los hombres y las mujeres deberían pensar o actuar o verse, cómo deberían verse los matrimonios, cómo se debería criar a los niños; y hay una buena cantidad de discusión social, etiquetas divisorias, adjetivaciones e incluso un poco de condena al infierno.

Muy a menudo, abdicamos nuestras almas ante los edictos de estos guardianes. Escogemos demasiado rápido a un pastor nuevo en lugar del Rabí de Nazaret, y somos como la Israel antigua, anhelando un “verdadero” rey al que podamos ver y seguir.

Mira este cielo sobre nosotros. Mira hacia arriba y admira la primera catedral de Dios. Esta noche descansa en el lugar que te toca en la historia de Dios. Respira lento. No empezó con nosotros. No terminará con nosotros. ¿Quién quiere vivir en una torre de marfil cuando hay aire fresco para respirar afuera?

Quiero estar allí —afuera— con los inadaptados, con los rebeldes, los soñadores, los dadores de segundas oportunidades, los dispensadores radicales de gracia, los de brazos bien abiertos, los vulnerablemente valientes e incluso entre —o quizás especialmente— aquellos rechazados por la Mesa por no ser lo suficientemente dignos o correctos.

La Mesa puede ser ruidosa y dominante, pero el amor y la libertad se están expandiendo como levadura. Veo la esperanza entrando en puntas de pie, desestabilizando viejas estructuras de poder. La siento en el suelo debajo de mis pies. La escucho en las historias del pueblo de Dios que vive aquí y ahora. Nos las estamos susurrando unos a otros, con los ojos encendidos. “Aslan está en movimiento”. ¿Lo puedes sentir? El reino ya está respirando entre nosotros.

Me quiero parar aquí afuera, en nuestras bellas tierras canadienses,1 junto al agua, golpeando mis viejas ollas y sartenes entre el viento, el frío y los cielos, gritando: “¡Hay más espacio! ¡Hay más espacio! ¡Hay más espacio para todos nosotros!”.

Estamos entre los discípulos que simplemente están saliendo a la libertad, juntos, intentando seguir a Jesús; lo amamos mucho. Nos estamos encontrando aquí afuera y es hermoso, loco, eclesial y santo. Simplemente estamos fluyendo con las obras de la justicia y la misericordia, la labor gloriosa de la reconciliación y la redención, el desorden de la amistad y la comunidad, con las agallas de caminar sobre el agua y un sueño tan grande como el cielo del Reino de Dios.

Y así, tal vez haya gracia y bondad, dulzura y amor en nuestros corazones, especialmente para aquellos que creemos que están profundamente equivocados. Las Buenas Noticias son proclamadas cuando nos amamos entre nosotros. Oro por la unidad más allá de la conformidad, porque la bondad amorosa predica de una manera más bella y sincera que cualquier publicación satírica de blog o desmantelamiento punto por punto de la reputación y enseñanza de otro discípulo. Ya no me interesa mucho la Mesa. Oremos por ellos, perdonemos el daño que nos hicieron, y oremos por los heridos en nuestro fuego cruzado colectivo. Seamos gentiles en nuestro trato con ellos, pero sigamos adelante.

Ocurre un pequeño cambio en mi corazón cuando veo, vivo, trabajo y amo a nuestras hermanas y hermanos de todo el mundo. Es un giro hacia la esperanza y la gracia, hacia la libertad por sobre el miedo, a la vida por sobre la muerte.

Hace años, tal y como un pianista practica las escalas, yo practicaba la ira y el cinismo, una y otra vez. Practicaba estar a la defensiva en mis elecciones, mi maternidad, mi teología y mi postura política. Y luego pasaba a la ofensiva. Repetía la indignación y la ira. Me apuraba por corregir cada error y defender cada verdad, refutar cada posteo de blog irritante y dar cátedra ante cada pregunta. Como el perro de Pavlov, olfatear algo de desacuerdo era la campana de la cena para mi ira: ¡Ven si tienes agallas! ¡Prepárate a pelear! Como muchos de nosotros, llamé pensamiento crítico a ocultar mi corazón amargo y crítico, y me pregunté por qué no tenía verdadera alegría en esta búsqueda continua de la verdad.

Luego, quise terminar con esa interpretación de piano de cola de mi propia grandeza e ira justas, y bajarme del lujoso escenario. Hay que tener demasiada aptitud en el concierto de estar en lo correcto; en lugar de eso, hoy estoy lista para ser Amada. Por aquellos años, imaginé que había encontrado un viejo y maltratado piano de segunda mano. En cuanto lo vi, me sentí torpe e incómoda. Intentaba practicar la bondad y la verdad, como las escalas, repetidamente. Todavía sigo practicando la gentileza y la belleza una y otra vez. Quizás, algún día, mis dedos encuentren esas teclas sin pensarlo.

Quiero practicar fidelidad y amabilidad; estoy aprendiendo a llenar mis oídos con las repeticiones de risas santas, de ojos y manos bien abiertos y de diversión inocente. Quiero practicar intencionalmente y con gozo. Quiero decir la verdad, pero primero, quiero vivir la Verdad.

Ya no profanaré la belleza con el cinismo. No confundiré el pensamiento crítico con un espíritu crítico, y voy a practicar la paciencia y la paz, dolorosamente, una y otra vez, hasta que mis respuestas gentiles alejen mi ira. Respiraré aire fresco mientras aprendo, una vez más, la gracia dada libremente y la sabiduría honrada; y cuando mis dedos titubeen, cuando suene muy aguda o muy grave, simplemente lo volveré a intentar.

Practicaremos los modos de Jesús una y otra vez hasta que las escalas caigan de nuestros ojos y nuestros oídos empiecen a oír. Algún día, creo, nuestros dedos volarán sobre las teclas de ese antiguo piano, con viejos himnos y nuevas canciones y, cuando miremos para arriba, te apuesto que habrá un campo lleno de gente bailando junto al agua, girando, pisoteando y riendo; y habrá bebés saltando, y cantaremos la canción que por siempre y para siempre estuvimos destinados a cantar. Las piedras estarán gritando, habrá árboles aplaudiendo, y la mesa del banquete estará crujiendo por el peso de las manzanas, el vino y el pan, y todos cantaremos hasta que bajen las estrellas.

Tal vez no sea tan sensual contar las buenas y esperanzadoras historias y todas las formas en que la Novia se vuelve más bella a nuestros ojos a medida que envejece. No es tan divertido como desafiar el statu quo o criticar el juicio de los demás. La revolución del amor toma muchas formas diferentes, la mayoría de ellas buenas y valientes por sus mismas diferencias. Y sigo agradecida por las personas llamadas al trabajo duro del conflicto pragmático y del hierro que afila el hierro. A veces volteamos las mesas del templo y, en otras ocasiones, invitamos a la conversación empezando con unas disculpas. Este es tan solo un fuego en la orilla; veo a otros alrededor nuestro, pero me gusta mi lugar.

Podría pasarme la vida contando bellas historias de radicales ordinarios, de personas normales sentados justo al lado tuyo en ese banco de madera y en el asiento al estilo cine en la megaiglesia; aquellos otros en salas de estar y callejones traseros, en campos de refugiados y mesas de cocina, y aun así me quedaría sin tiempo porque hay tantos bolsillos de amor y libertad en la iglesia

Esta noche, junto a la hoguera, quiero que nos envolvamos en el calor de buenas historias, de amor fuerte, de llamados proféticos. Contenderemos con la profunda verdad bíblica; contaremos algunas historias de héroes cotidianos. Personas ordinarias como tú y como yo que, a través de los siglos, hemos susurrado y gritado la verdad de la libertad encontrada y nuestro amor por una Iglesia cuya única bondad se encuentra en Cristo, mientras caminamos al relajado ritmo de sabernos amados por Dios. Para mí, nuestro tiempo compartido aquí es el proceso estratégico de establecer los puestos avanzados del reino de Dios justo enfrente de las narices del enemigo.

Y algún día —realmente creo esto— nos abrazaremos con la gente de la Mesa mientras rompemos el roble pulido. Estaremos ahí para ayudarles a tirarla por la ventana, a romper cada techo de cristal: los mentirosos vidrios transparentes, espejados y manchados. Nos pararemos ante las pilas de piedras que solían ser armas, y construiremos un altar. Dios nos encontrará allí. Encenderemos una fogata con la madera rota de lo que fue la Mesa, y luego bailaremos alrededor de esos viejos argumentos, riéndonos.

Así que he aquí mi pequeño ofrecimiento para ti. Estoy determinada a compartirlo, a derramarlo así, sin acabar, imperfecto. Leonard Cohen escribe que en todo hay una grieta: así es como se mete la luz.1 Y —aleluya— yo pienso lo mismo.


1 En el original: Canadian wilds. Es una expresión que se refiere a los paisajes canadienses.

Tal vez no sea ninguna sorpresa la razón por la que las

mujeres fueron las primeras en la Cuna y las últimas en

la Cruz. Ellas nunca habían conocido a un hombre como

este: nunca ha habido un Hombre igual. Un profeta y

maestro que nunca las molestó, aduló, engatusó o fue

condescendiente: que nunca hizo chistes tontos sobre

ellas, nunca dijo al verlas “Oh, las mujeres, ¡Dios nos

ayude!” o “Las damas, ¡Dios las bendiga!”; que regañó

sin quejarse y alabó sin ser condescendiente; que se tomó

sus preguntas y argumentos en serio; que nunca delimitó

su mundo, que nunca las instó a ser femeninas o se burló

de ellas por serlo; que no tuvo intereses egoístas ni una

dignidad masculina incómoda que defender; que las

tomó así como las encontró, con total naturalidad. No

hay ninguna obra, ningún sermón, ninguna parábola

en todo el Evangelio que tome prestada su acritud de

la perversidad femenina; nadie podría deducir de las

palabras y hechos de Jesús que hubiese algo “gracioso”

sobre la naturaleza de las mujeres.

Dorothy Sayers, Are Women Human?